El grito

Munch.

Un grito desesperado es lo que mi alma quiere mostrar, afortunadamente no por los mismos motivos que Munch, pero si sofocante. Un grito de renovación y de cambio que no he podido realizar pero que sé que anhelo con todas mis fuerzas.

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El encuentro con este cuadro fue más bien, repentino pero tan amable y gracioso que tal vez por eso no lo asocio con la angustia y desesperación que debería, sino con buenos recuerdos. Me lo presentó una persona que en segundos me enseñó muchas cosas, que retiró amablemente los escudos de socialización que generalmente uso con tan solo una mirada sincera y que me fortaleció tantas otras.

Una persona que intensamente me mostró partes que ni siquiera sospechaba de mi carácter a veces tan desconfiado y retraído. Una persona que repentinamente irrumpió en mi vida y que de la misma manera la abandonó, eso sí dejando gratos recuerdos.