Una de las principales causas, si realmente no fue la principal, para iniciar mi práctica de aikido fue el deseo de dejar tanto miedo, tanta angustia e inseguridad. Quería dejar de ser como la tortuga que mete su cabecita dentro de su casa cuando siente temor, quería aprender a enfrentar ciertas cosas... quería... mmm no lo sé, aprender a defenderme de tantas cosas!!... cada practicante llega por sus propios procesos, cada practicante tiene su ritmo, cada uno es tan diferente... y sobretodo cada uno tiene sus propios secretos.
Ahora bien, estoy segura que lo que proyectaba mi alma era un fuerte deseo de protección, de envolverme en los brazos del otro y no querer salir de ahí... y tengo la certeza de que por mucho tiempo fue así. También estoy segura que la gran mayoría de las personas no entendían, y/o no compartían, los motivos, menos las acciones... no tenían por qué entenderlos, finalmente cuando quiero puedo ser tan hermética como es posible... pero realmente era mi instinto de protección el que actuaba, y todavía lo hace, de ese modo... mejor meterse en la casita, mejor no asomar la cabeza por ahora, mejor esperar a que las cosas se calmen, que las cosas pasen, ya habrán otras oportunidades...
Ahora que las cosas van cambiando, ahora que las cosas se van moviendo, que los procesos se sienten, me parece tan pero tan extraño cuando las personas que quiero, las personas cercanas a mi práctica, tienden a sobreprotegerme y no precisamente sobre el tatami... a veces siento ganas de gritar y decir: ok, soy más fuerte de lo que se imaginan, de lo que yo misma me imaginaba!, pero claro me contengo porque también me preocupa que la seguridad no se encuentre bien sustentada... es un proceso, largo y culebrero al que todavía le faltan muchas cosas por superar... pero al final... trato de volver a la base, como dice mi sensei a lo importante, y eso por ahora es buscar mi centro... buscarme!
De fondo: Feeling Good