3 Jan 2011

sobre 2010

He estado pensado sobre el año que pasó, fue un hermoso año que como todos me dejó grandes experiencias y hermosos recuerdos.

Enero llegó olvidándome de L. y de sus hermosos ojos verdes y fui “arrollada” por la mirada penetrante de M. del quien me enamoré desde el momento en que lo vi. Los tres meses siguientes fueron de enamoramiento total y al mismo del alejamiento, algo tan profundo y tan fuerte a duras penas sobrevive con tantos kilómetros de distancia. Febrero llegó con la muerte de LS, quien para mí fuera mi mentora/sicóloga/timón/base en la oficina… una mujer de hermosos y vivos ojos azules y a la que cada día recuerdo más, quien precisamente me dijo que tenía que aprender a cambiar que ser más flexible y fluir. Finales de abril y principios de mayo me sorprendieron con la desestabilización de lo que creía sólido, mi adorada C. se fue de la oficina y me tuve que enfrentar con mis demonios internos una vez más, ese ser que me convierto/convertía(¿?) cuando estoy en una “relación”.

Mayo llegó sin jefe fija, ganas de salir corriendo y gritar y tirar todo por la borda, mucho trabajo, despecho, mucha presión interna y carga de trabajo. Julio me sorprendió dándole vueltas al mismo tema, contando los días para irme de viaje e irme detrás de una ilusión mal dibujada de un amor ya inexistente. Así el primero de agosto me encontré aterradamente feliz por embarcarme sola a una de las mejores experiencias que he tenido hasta ahora, el viaje por España, Francia e Italia. Este fue uno de los mejores meses del año, así como marzo me recordó lo hermoso de enomarse, agosto me enseñó las ventajas de la soledad y del enfrentamiento continuo a tu propio yo. Creo que en ese mes aprendí más de lo que hice en los años pasados sobre mí misma y particularmente, sobre lo que quiero. Mes de caminatas por ciudades desconocidas, de compartir con extraños, de desenamorarme, de enamorarme de los detalles, los olores, los colores, el mediterráneo, volver al tatami, los romanos.

Septiembre me sorprendió en Roma, una ciudad de la que me enamoré perdidamente, tal vez por estar en una etapa más madura del viaje, con la que pelié el primer día pero me reconcilié en el transcurso de la semana… Una de las tantas noches me senté en una plaza cerca del apto de Sva a pensar/llorar/reí y realmente entendí que tenía pánico de volver, no quería ser esa misma persona desesperada/amargada que la oficina me estaba volviendo… pero con algunos asuntos por resolver.

Octubre fue un mes de retomar una dura rutina en la oficina, en noviembre finalmente empecé a bailar más y trabajar menos llegando a la delicia de bailar cuatro días a la semana y ser feliz. Diciembre llegó con nuevas turbulencias en la oficina, un poco de desequilibrio amoroso también, trabajo, pero al mismo tiempo muchos planes para el 2011.

Este año fue maravilloso, los 30 llegaron con toda, con mucha felicidad y autodescubrimientos, cambios muchos, pero creo que solo fue el principio de lo que se va a ver este año que inicia… con cambio de look :P

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