23 Jul 2007

Detalles

Fue de esos días que sales con el tiempo justo para llegar a todos los lugares, pero precisamente tomas el transmilenio más lento, es decir, nunca me había montado en un bus con un conductor tan, tan respetuoso con sus demás compañeros; luego el bus que necesitas tomar pasa frente a ti cuando todavía te encuentras del otro lado de la calle, terminando en una fallida carrera por alcanzarlo y en un bus maloliente y viejo al que no le puedes pedir que vaya más rápido, porque realmente no da más. Pero lo más incómodo es llegar a clase con esa sensación entre el pecho y la cabeza, esa carrera interna que no para aunque ya estés en el lugar deseado, que en mi caso se convierte en un ligero temblor en mis manos.
Las cosas estaba así, pero al empezar a barrer el tatami, a hablar con mis compañeros todo se fue disipando... fue una practica maravillosa y por primera vez, en toda mi práctica de aikido, me sentí hermosa vistiendo mi "traje de luces". No solo fue la visión, fue más una sensación de poder llevar lo que tenía puesto, de encararla, de armonía entre mi reflejo en el espejo y lo que sentía adentro!! en fin... una sensación nueva que espero se conserve cuando las técnicas me hagan sufrir.

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