24 Apr 2007

la clase

Es cierto, me emocioné al encontrar en mi bandeja de entrada una invitación abierta para asistir a una clase con Z. La decisión estaba tomada, nervios, ansiedad, recorrieron por mi cuerpo todo el día, e hicieron de mí un nudo de extraña alegría. No te lo voy a negar, recibir una sonrisa por saludo y ver como los ojos brillan al verte, es la mejor bienvenida que te pueden dar y si, ahí me encontraba yo, al otro lado del vidrio, esperando a que me dejaran pasar, con mi traje de luces al hombro y mi maleta al otro, llena de alegría pero a la vez de reservas.
Te hubiera gustado verme, la ansiedad se reflejaba en mi versión más comunicativa, la alegría en un minúsculo temblor de los músculos que me producía una ligera torpeza de movimientos... jajaja gracioso verme poner el traje, me golpee con cuanto hueco, desnivel y silla encontraba y para rematar mi vecina, nueva en asuntos de keikogui, me pide ayuda... mmm pensemos lo básico es izquierda sobre derecha, cierto? y trato de buscar ayuda de miss Taiko-go, quien creo, se regocijaba de verme en la perdida más absoluta y de sensei G. Todavía no entiendo, si había otras mujeres a mi alrededor por qué ella se acercó a la más perdida de todas? Pero renuncié a la altura del obi, no era de gran ayuda puesto que, ni yo misma me acordaba de cómo colocarme la hakama. Te aseguro, no me pude acordar cómo colocarla, mmmm, y fue entonces que LaU. salió en mi ayuda y me enteré, de paso, que ahora era diferente la forma de ajustarla. Mal comienzo, pensé para mis adentros, si la cosa es así con el vestido cómo será ya adentro del tatami?
Al entrar, no te lo puedo negar mi mente viajaba de un lado para el otro, recordaba las hermosas sensaciones que, en la anterior ocasión observara desde esa ventana... ahora me encontraba al otro lado del espacio, si allá abajo y en mi lugar, recostado en el mismo soporte, había otro. Observaba los mismos detalles que aquel día, la disposición al entrar, la posición de los dedos, las manos, el cuello, pero la diferencia radicaba en el objeto de estudio, esta vez era yo misma, eran mis manos, mis dedos, mi espalda... era mi cuerpo, una sensación extraña... volverse tan ajena pero al mismo tiempo tan cercana. De pronto me percato que no son tres trenzas, son cuatro las que decoran la quijada de Z. que yo también coloco los dedos en la misma posición que D. que miro en todas las direcciones como J. y que me río como F.
Con tantas cosas en la cabeza, nos sentamos en óvalo y Z. empieza a mostrarnos técnicas, con los que al parecer serían todos los cinturones negros (L., J., G., mmm LaU, LaU???) era ikkio en omote y ura desde diferentes agarres (de lo que me percaté mucho después) pero yo me fijaba en él, en sus movimientos, no en la técnica, sino en su proyección, en su seguridad, en su aplomo, en mmm en su esencia (aunque me parece una palabra demasiado grande para la sensación)... me encontraba en esas cuando noté que no solo escogía a los cinturones negros, y renació en mí esa sensación escolar cuando no se ha hecho la tarea y tu miras hacia otro lado para no encontrar sus ojos... así me encontraba yo... sale H. que se encontraba a mi lado, momento tenso, me sudan las manos... pero su brazo sigue de largo... ufff!!! Respiro aliviada!!! pero como te digo, la estocada llega cuando no la esperas, cuando has bajado la guardia y así, sin aviso, me extiende el brazo. Qué hacer? me hubiera gustado sacar el letrerito de ausente con relojito y todo, y ponerme naranja, pero.... saludo, respiro profundamente y se viene a mi la misma sensación que tengo cuando salgo al escenario, trato de aplomar mis sentimientos y ser la mejor ukke posible. Me dice: ushiro ryotedori, ah? o bueno eso es lo que creo escuchar... dudo, pestañeo, ahhhh!!!
Mi cuerpo me dio una grata sorpresa, no me sentí tan pesada, ni tan torpe como me lo hubiera imaginado, es más sentí en mí una fluidez increíble, me sentí tan diferente a lo que recordaba, raro, entonces es cuando pienso que hay algo que sí ha cambiado... pero eso haciendo de ukke.
De la clase te puedo decir que fue maravillosa, fue un ir y venir de compañías, ir cambiando cada tanto de paraje y dejar ser el "aikido", notar que L. es suave, que los niños son dulces pero a la vez exigentes, que miss Taiko-go, en nuestro breve encuentro, me pareció la más dulce de todos, sin restarle contundencia, golpear a D. (oops, sin querer queriendo!!), trabajar con Gt... perseguir en vano a Mejussa y a C... era una práctica relajada donde los movimientos no eran juzgados, era el mero placer de estar, de disfrutar, de compartir con todos, creo que en muchas ocasiones inventé movimientos, pero no había nadie que me juzgara (salvo una ocasión Z.), era ese silencio cargado de emociones, que me recordó mis inicios de la práctica y del por qué me enamoré del aikido, una sensación casi olvidada, lejos de las diferencias de personalidad, de intereses, lejos de esas rivalidades estúpidas que en ocasiones se generan. Sencillamente estar, permanecer, disfrutar con respeto y con amabilidad. Podría continuar hablando de la clase, pero no quiero hacer más pesado el relato.
Para finalizar Z. sale con una ahuyama (zucca en italiano) y nos compara con ella, algunos serán la cáscara, otros la pulpa y los demás la semilla, y yo que soy? bueno no semilla y por cáscara me camuflé un tiempo, pero definitivamente soy la pulpa, o bueno eso creo yo.
Despedida, Z. me dijo cosas hermosas que, como dice Taiko-go, las atesoraré profundamente en mi corazón, y que me dejaron pensando mucho, es más, me dejaron atónita... tanto que, por primera vez, de todos los seminarios de los que he hecho parte, quiero con muchas fuerzas hacer la tarea, valga la pena resaltar, nunca, pero nunca la he hecho...

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