Tener en mis manos la vida de diez personas resumida en un papel que, poco dice de cada uno, que poco dice de sus iniciativas, de las cosas que les gustan y les disgustan. Solo se reduce a un listado odioso, seco para mi gusto, sobre el tiempo de unas pocas actividades realizadas. Tener que decidir sobre quien sigue y quien no, basada en mi intuición, que los últimos días está más perdida que nunca, en las primeras impresiones de una corta llamada telefónica y en unos cuantos minutos de presentación, me hacen pensar que, todavía tengo muchísimo por aprender.
Esa incertidumbre se refleja en mis, aunque no erradas, no tan buenas decisiones, basadas principalmente en los prejuicios más que marcados de mi psicorrígida mente. Lo que significa que una persona muy especializada, muy impresionante en el papel, no es comparable con una persona llena de espíritu y con iniciativa para hacer las cosas... personas que aunque con cariño y con una sonrisa en el rostro abofetearon, en una semana, muchos pensamientos. Sensación que deseo, con todas mis fuerzas, que se mantenga hasta el final.
No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo. (O. Wilde)
2 Apr 2007
lecciones
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